miércoles, junio 22, 2005

Mass celular 1

By Jack Nelson Alvarez

Los días transcurren entre calurosos y grises por Bogotá. Pero en útimas son más gripescos que nunca antes. Y hablando de males, por qué no hablar de oficios mal hechos. Por ejemplo, hace unos meses, estando en urgencias por otra de mis gripas, me hallé rodeado por un grupo de enfermeras oyentes y un enfermero parlante. El señor, que no contaba por su tersa piel con más de treinta años hablaba y hablaba acompañado por el llanto de un bebe que cesaba a raiz del dolor. Típica la situación. Todas las enfermeras 'y raro', el único hombre, dedicadas al placentero momento de echar chisme. Yo, insertado en ese escenario inclemente, no hallaba más compasión que mirar de mala gana la escena. El enfermero resultó ser además de discursivo y diligente, el inyectólogo del área de urgencias. Guardaba en el bolsillo de su bata un celular que no paraba de sonar y sonar y al momento de inyectarme el aparatito volvió a estremecerse. El pio señor se atrevió a inyectarme mientras hablaba por su teléfono y pinchó mi trasero con la aguja de manera tan despiadada que me dejó adolorido por cuatro horas. Al preguntarle dónde había aprendido a inyectar, contestó que en realidad era administrador público.
¿Quééééé? ¿Y qué hace aquí? Si esa fue mi reacción. Ya ve. esa fue su respuesta. Ya veo tu elocuencia vil parlanchín. Eso fue lo que pensé.

Continuará